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DÓLARES Y MISILES EN LA ESTRATEGIA IMPERIALISTA DE ESTADOS UNIDOS

DÓLARES Y MISILES EN LA ESTRATEGIA IMPERIALISTA DE ESTADOS UNIDOS             En la película de Stanley Kubrick, “Chaqueta metálica” (exhibida en Venezuela bajo el título de “Nacido para matar”), un soldado norteamericano confiesa que fue a la guerra de Vietnam porque “quería conocer gente de una vieja cultura y matarla”. Algo similar debe pasearse en las mentes simplistas de algunos de los soldados de George Walker Bush cuando atacan y matan a ciudadanos inermes en Irak y en Afganistán, y pretender que lo hacen en resguardo del mundo libre, occidental y cristiano amenazado por extremistas bárbaros que, simplemente, deben desaparecer de la faz de la Tierra. Una cuestión concienzudamente exacerbada por el fundamentalismo mesiánico de Bush y su séquito de halcones guerreristas en la Casa Blanca (secundados por sus socios ingleses y europeos) para quienes la guerra preventiva dejó de ser un ejercicio teórico del Pentágono para convertirse en una realidad que amenaza la paz mundial.
            A pesar de la autocensura impuesta por las corporaciones industriales de noticias estadounidenses, el presidente Bush no pudo impedir que algunas imágenes de la guerra contra el “terrorismo” en Irak fueran difundidas en algunas cadenas televisivas de los propios Estados Unidos y en Internet, despertando indignación y horror en distintas ciudades del mundo, al observarse el comportamiento habitual de las fuerzas militares anglosajonas en aquellas tierras milenarias; para algunos, la base de la civilización que conocemos. El asunto de las armas de destrucción masiva producidas por el gobierno iraquí y su conexión con Osama Bin Laden son motivo de sospecha para la opinión pública estadounidense, al revelarse documentos que prueban todo lo contrario de lo afirmado por la administración Bush. Los ciudadanos estadounidenses dudan, incluso, que su gobierno desconociera los planes terroristas que se concretaron en los ataques del 11 de septiembre de 2001 y, tras la fachada de la lucha contra el terrorismo, descubren que existen poderosos intereses de grandes corporaciones transnacionales que buscan controlar el mercado de los hidrocarburos en el Asia Central, conectados a Bush y a su entorno.
            Esto confirma lo plasmado en el Documento de Santa Fe IV, según el cual “Estados Unidos no debe tener miedo de actuar como la superpotencia invencible que es en realidad. La mano invisible del mercado no funcionará jamás sin un puño invisible. que la mayoría de la opinión pública norteamericana aceptara el llamado de venganza McDonald´s no puede expandirse sin McDouglas, el fabricante de los aviones F-15. El puño invisible que garantiza la seguridad mundial de las tecnologías del Silicon Valley se llama Ejército de los Estados Unidos”. Tales patrones de imperialismo y fascismo descarado se vieron oportunamente estimulados por los ataques del 11-S, lo que facilitó proferido por su presidente y viera enemigos a vencer en todos aquellos que no compartieran su visión parcializada del mundo; justamente aquellos que luchan por mantener sus raíces históricas ante el avance demoledor, excluyente y uniformador de la globalización capitalista. De ahí en adelante todo giraría (o debiera girar) en torno de los intereses vitales de seguridad nacional de que constituyen el imperio económico y geopolítico de Estados Unidos en todo el planeta. Así, Bush estableció que el “eje del mal” contra los “buenos” de Estados Unidos no sólo lo representaban Corea del Norte, Irán, Siria o Cuba, sino todo aquello que pudiera ser denominado radicalismo populista, según la acepción del General James T. Hill, ex jefe del Comando Estratégico del Sur, al referirse a los casos particulares de Haití y Venezuela.
            Lo peor de todo este panorama es que Bush y sus halcones están convencidos que no existe fuerza alguna, a nivel mundial, que les haga contrapeso o contenga sus apetitos territoriales. Por ello, buscan acomodar sus piezas de dominio hegemónico en América Latina y el Caribe, enfilando sus baterías hacia las reservas energéticas e hídricas que existen en abundancia en esta importante región del planeta, como es el caso de la Amazonia. De este modo, a la par de la diplomacia del dólar, representada en el caballo de Troya que es el ALCA, Estados Unidos ha ido potenciando firmemente su supremacía militar en esta región, gracias a la implementación de algunos planes militares que le dan potestad para intervenir, incluso, en los asuntos internos de estos países si considera que deben hacerlo y si sienten amenazados sus intereses comerciales.-

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