PARA AVANZAR HACIA EL SOCIALISMO
En su Propuesta Para la Gestión Bolivariana Socialista 2013-2019 como candidato a la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez expone, entre otras cosas no menos importantes: “Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una nueva socialidad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad corran parejas con la emergencia permanente de nuevos modos de planificar y producir la vida material de nuestro pueblo. Esto pasa por pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política”.
Tal necesidad pasa por comprender que ello será posible si existe un cambio radical en la conciencia de las mujeres y los hombres de la revolución, adoptándose nuevos patrones de comportamiento que reduzcan, eliminen y se opongan siempre a los existentes bajo el dominio del capital. De nada valdrán reformas constitucionales y legales mientras persista en la gente esa manera de concebir el mundo, en el cual todas las relaciones humanas tienen -prácticamente- un matiz mercantilizado, siendo cosificadas las personas. De igual manera, es imperativo que haya un cambio en las relaciones de poder y de producción, de manera que el poder popular pueda, verdaderamente, asumir el protagonismo, el control y la participación democrática que le destina el socialismo revolucionario. Sin tales elementos en marcha, no perdurará ninguna revolución socialista, del mismo modo como ocurrió con la Unión Soviética y otras experiencias históricas revolucionarias.
De ahí que resulte fundamental la promoción de valores que sustituyan los antivalores inculcados por la sociedad de consumo, creados según los intereses egoístas, competitivos y depredadores del capitalismo; valores estos que ya se han difundido a través de muchas de las doctrinas religiosas y forman parte de la educación impartida a niños y adolescentes, pero que -ante el embate constante de la publicidad capitalista- pierden arraigo durante la edad adulta de las personas. Esto debiera representar un objetivo invariable de los revolucionarios, a fin de ir influyendo en ese cambio de conciencia que permitirá, finalmente, la construcción efectiva y duradera del socialismo revolucionario por parte de los sectores populares.
No basta, por tanto, proclamar al socialismo como alternativa revolucionaria frente a la hegemonía del capital si ello no va acompañado por una firme resolución de cambio cultural y estructural que lo defina y lo consolide. Tampoco es suficiente suponer que la revolución socialista sólo requiere de líderes predestinados y organizaciones monolíticas que no dan espacio a la divergencia de opiniones ni a la crítica en nombre de una mal entendida disciplina de sus militantes, puesto que ello sería condenar de antemano al fracaso todas las tentativas de transformación social, económica y política que se plantearan bajo los ideales socialistas, además de restringir torpe y antidemocráticamente la actuación soberana del poder popular.-
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