SEGURO MATÓ A CONFIADO, O LA HORA TRIUNFANTE DE LA OPOSICIÓN
Con la implementación de una estrategia perversa que persigue estrangular la economía venezolana y así causar disturbios que se generalizarían en todo el país, de forma que éstos conduzcan a una salida anticonstitucional que acabe, finalmente, con el proceso revolucionario bolivariano socialista, los sectores más reaccionarios de la oposición presienten que esta vez sí les llegó la hora de coronar con éxito todas sus acciones desestabilizadoras, a tal punto de sentirse impunes y triunfantes. Hasta ahora pareciera que pocos revolucionarios y chavistas han llegado a entender las estratagemas opositoras al provocar el desabastecimiento y especulación de algunos productos de consumo masivo, al igual que la imposición de un mercado financiero paralelo con un dólar que escapa a los controles gubernamentales hasta ahora adoptados. Frente a ello, algunas personas han terminado por pensar seriamente que Nicolás Maduro y el equipo político-militar que le acompaña están perdiendo la batalla que afrontan al recurrir a medidas que, aparentemente, no tienen el efecto deseado.
Esto comienza a minar la confianza de alguna gente, especialmente chavista, que es -al fin y al cabo- lo que se ha planteado la oposición como un primer paso para recuperar el poder perdido. Mientras tanto, gran parte del movimiento popular revolucionario pareciera no contar con una orientación adecuada y articulada mediante la cual se conjure lo adelantado por los sectores de la contrarrevolución, tanto dentro como fuera de Venezuela. Muchos perciben que no existe suficiente voluntad política ni claridad ideológica para abordar objetivamente lo que ocurre y echar por tierra la desestabilización del país. Quizás haya una confianza demasiada ingenua respecto a la lealtad y unidad inquebrantable del estamento militar o en el control casi absoluto de las instituciones públicas claves, como la Asamblea Nacional, olvidando lo hecho por la oposición el 11 de abril de 2002. Ya lo dice el viejo adagio popular: “seguro mató a confiado”. Y esto es aplicable a la situación actual venezolana.
Lo cierto del caso es que, indiferentemente de lo que se afirme a favor o en contra, el proceso revolucionario bolivariano socialista se encuentra ante una coyuntura que puede determinar o no su definitiva consolidación y avance indetenible o, en su defecto, que facilite la restauración del viejo sistema de elites que prevaleciera hasta 1998 cuando Hugo Chávez fuera electo Presidente de la República, instaurándose -subsiguientemente- una socialdemocracia reciclada que daría al traste con todos los cambios alcanzados en la construcción revolucionaria del socialismo. Esto -de no actuarse con la contundencia revolucionaria que la situación del país amerita- podría convertirse en una trampa de arena de la que resultaría difícil de salir, si no se apela a la disposición revolucionaria de los sectores populares, quienes, en definitiva, son los verdaderos sustentadores de este proceso revolucionario bolivariano socialista, tal como quedó demostrado en cada contienda electoral ganada y más durante los aciagos momentos que hubo de enfrentar el Presidente Chávez, desbaratando las diversas embestidas de los grupos fascistas del país.-
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