EL ARDID DEL GOLPE BLANDO
Mucho se ha reseñado respecto al llamado golpe blando aplicado para producir el derrocamiento de algún régimen determinado, resaltando el cambio cualitativo en cuanto a lo que fuera siempre un golpe de Estado tradicional, con despliegue de tropas y exilio consiguiente de los gobernantes derrocados, en el mejor de los casos, y, si no, su asesinato. Sin embargo, sus manifestaciones (manejadas y tergiversadas abundantemente por los grandes centros de información a escala mundial, especialmente de Estados Unidos) son poco percibidas por la población, lo que exige desarrollar una amplia estrategia comunicacional de parte de los gobiernos y movimientos revolucionarios y progresistas que son víctimas de tal estrategia. Así, en palabras de Luis Bruschtein, “el golpe blando consiste en travestir a una minoría en mayoría, amplificar sus reclamos, crispar las controversias y enfrentamientos y desgastar a la verdadera mayoría que gobierna, hasta hacerla caer por medio de alguna farsa judicial como fue en Honduras, o parlamentarista, como en Paraguay o forzando una intervención extranjera, como se pretende hacer en Venezuela. Es más complicado que los golpes militares, pero, a diferencia de ellos, tiene el colorido de estos tiempos, con sus arquetipos de tiranuelos bananeros en el bando de los malos, y un bando de los buenos con sus arquetípicos luchadores por la libertad, con sus simulacros de épicas remasterizadas y con sus falsos discursos de heroísmos ciudadanos, todos ellos, buenos y malos, diseñados como protagonistas de una película de acción clase Z por las grandes herramientas de dominación: las corporaciones mediáticas”.
Obviamente, frente a una embestida innegablemente terrorista de los grupos derechistas y ultraderechistas, tanto en Venezuela como en cualquier otra nación del mundo, no hay mejor respuesta que la unidad y la movilización de toda la militancia popular revolucionaria, lo que supondrá también la activación de una fuerte campaña divulgativa que contribuya a definir más objetivamente la realidad artificialmente creada a través de los grandes medios de información, sin contentarse con una simple negación de los hechos.
Esta situación obliga entonces a activar mecanismos de desmontaje mediático que contribuyan a esclarecer los hechos que se distorsionan a diario para favorecer las intenciones desestabilizadoras de la oposición y de sus tutores internacionales. Tal cosa debe hacerse en cada espacio de la administración pública, de las diferentes Misiones sociales y, por supuesto, en cada comunidad, aprovechando todas las oportunidades que se presenten, de modo que la población venezolana en general llegue a entender las razones, por ejemplo, del desabastecimiento de algunos productos de consumo masivo, incluyendo alimentos y productos de higiene diaria. Sin embargo, la mayor responsabilidad le corresponde al gobierno nacional, por lo que debe tener en cuenta que cualquier concesión a los sectores contrarrevolucionarios en vez de disminuir su agresividad y apetencias de poder sólo producirá un efecto totalmente contrario, a tal punto que puede afectar la credibilidad de los sectores populares en sus propósitos de continuar el legado del Comandante Chávez.-
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