LA CONSPIRACIÓN GLOBAL DE LA DERECHA
El asedio sin cuartel que sostiene la derecha internacional contra varias naciones de nuestra América y con un énfasis muy especial hacia Venezuela, da cuenta de la amplia conspiración que tiene su nervio central en Washington y extiende sus tentáculos desde Miami, Bogotá, Madrid y otros centros, vasallos todos del imperialismo gringo. Ello se pone en evidencia a través de la activación continua de la gran maquinaria propagandística puesta a disposición de los sectores contrarrevolucionarios en nuestras naciones, secundada por cadenas empresariales dedicadas a la información que distorsionan y manejan a su antojo la realidad de nuestras naciones, en un intento deliberado de influir en la opinión pública, haciéndola que se incline ante los intereses de los sectores hegemónicos del capitalismo globalizado.
Esta es una realidad que no podrá ocultarse, por mucho control y manipulación ejercidos sobre lo que las personas tendrían que asimilar como la verdad de las cosas en países como Bolivia, Ecuador y Venezuela, blancos de una guerra de cuarta generación mediante la cual Estados Unidos y sus aliados aspiran modificar a su favor la correlación de fuerzas existente al sur del río Bravo. Para alcanzar dicho objetivo no han escatimado ningún recurso en planes y uso de personajes aparentemente influyentes, como fue el caso reciente de ex presidentes en Venezuela, buscando minar la confianza popular y actuar más decididamente, derrocando a Nicolás Maduro.
Para contraatacar esta conspiración global de la derecha en nuestra América y contrarrestar los posibles efectos que causarían en el ánimo de los sectores populares, es preciso que los gobiernos de nuestros países recuperen los pasos iniciales que les permitieron implementar cambios políticos, sociales, culturales y económicos, acompañados de un amplísimo apoyo de sus pueblos. No es con reacomodos políticos ni alianzas de tipo económico como podrán evadir y quitarse de encima el cerco mediático y económico impuesto por sus enemigos de la derecha. Aún cuando cada uno de estos gobiernos accediera a complacer sus mezquinos intereses, a la larga tendrían que desistir de su empeño en hacer una revolución de carácter popular, multiétnica y, sobre todo, socialista; salvo que los mismos pueblos asediados por esta derecha global asuman la iniciativa y cumplan con este objetivo vital.-
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