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LA VERDAD RELATIVA DEL SOCIALISMO EN VENEZUELA

LA VERDAD RELATIVA DEL SOCIALISMO EN VENEZUELA

 

El derroche de discursos y propaganda oficiales respecto a la existencia del socialismo en Venezuela ha causado que alguna gente sea pasto de la demagogia de los grupos opositores al gobierno chavista. Esto, por una sencilla y evidente razón: no existe tal socialismo en Venezuela. Algo escandaloso, si se quiere, pero que es preciso desnudar sin tapujos, de modo que ello provoque una reacción en cadena propositiva entre quienes aspiran y luchan por ver convertida en realidad plena esa alternativa utopista frente al modelo de civilización capitalista actual. Sería obligatoria la generación de un debate serio y profundo que dé cuenta del tipo de socialismo revolucionario que responda a la idiosincracia, las costumbres y las necesidades materiales y espirituales del pueblo venezolano, entendido éste como los sectores populares mayoritarios, los mismos que identificaron en Hugo Chávez la encarnación de sus luchas y esperanzas de siglos.

 

Ahora que la derecha nacional e internacional han enfilado con mayor énfasis sus ataques contra el gobierno de Nicolás Maduro, creando situaciones de proto-guerra que, de alguna forma, posibiliten una intervención abierta y a gran escala por parte del imperialismo gringo, se hace más que necesario ahondar más en las definiciones, las características y los objetivos de ese socialismo que muchos etiquetan como bolivariano y otros del siglo 21, pero que, en un sentido amplio y general, representa la mejor opción que tienen ante sí los sectores populares para acceder a un nivel superior de bienestar material, cosa que se les haría prácticamente imposible bajo el régimen de la lógica capitalista, sobre todo de estirpe neoliberal.

 

Es por eso que se replantea tal debate. Sin embargo, muchos lo limitan a los espacios de sus respectivas organizaciones partidistas, donde todos sus militantes estarían automáticamente de acuerdo, sin dejar lugar a una crítica y a una autocrítica reales que pudieran esclarecer y resolver las deficiencias, las inconsistencias y las contradicciones de las que adolecería la construcción y conceptualización de este nuevo socialismo bolivariano, o del siglo 21. Lo que conspira contra ello es el pragmatismo dominante en los partidos políticos, en los colectivos populares y, destacando por encima de éstos, en las instituciones (viejas y nuevas) del Estado demo-liberal-burgués, como lo denominara muchas veces en sus escritos José Carlos Mariátegui; prevaleciendo en todos el tareísmo, especialmente electoral, sin permitirse crear plataformas innovadoras desde las cuales se puedan anticipar y concretar espacios de protagonismo y participación popular que den nacimiento a una democracia más directa y, por tanto, socialista. Este sería un compromiso largamente diferido con el proceso de revolución patriótico-popular que habría en Venezuela, beneficiando especialmente a aquellos que ocupan y dirigen las diversas estructuras que conforman el Estado demo-liberal-burgués, incluyendo a sus partidos políticos legalmente constituidos.

 

Por supuesto, tal compromiso implica mantener una posición explícitamente subversiva, o subvertora, que demanda -a su vez- no sólo el cuestionamiento radical de todo lo que representa el orden establecido sino también, y fundamentalmente, elaborar una propuesta revolucionaria a ser adoptada, comprendida, compartida y enriquecida por los sectores populares que serán -al fin y al cabo- sus destinatarios y protagonistas principales; aun cuando la misma dinámica política oscile, por ahora, entre la oferta opositora y la oferta chavista, sin que (aparentemente) haya otras en perspectiva.

 

Al mismo tiempo, este compromiso con la revolución patriótico-popular no puede estancarse en resaltar únicamente lo hecho y lo dicho por Hugo Chávez (sin hacerlo a un lado). Tiene que extenderse al rescate y valorización del ideal bolivariano, de la fe popular en el ideal socialista y de la capacidad creadora del pueblo venezolano para asumir el desafío de instaurar un nuevo orden social, económico y político donde su influencia, su cultura, su historia de luchas, sus decisiones y su participación sean elementos insoslayables en todo momento; evitando lo más que se pueda que el pragmatismo (a pesar de sus muchas justificaciones) termine por diluirlos y pervertirlos, haciendo del socialismo revolucionario una verdad relativa, pero jamás una realidad concreta (e inmediata) en Venezuela.-

 

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