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EL SILENCIO SOBRE GUANTÁNAMO

EL SILENCIO SOBRE GUANTÁNAMO En artículo reciente, el afamado autor de Las Venas Abiertas de América Latina, Eduardo Galeano, escribió sobre lo que ocurre, a los ojos del mundo civilizado, en el territorio usurpado por Estados Unidos en Guantánamo.  Según sus palabras, “no debe continuar la tolerancia del mundo, ni el secreto ni el silencio. Al iniciarse el Tribunal de Nuremberg el fiscal norteamericano, el juez Robert Jackson, declaró que para evitar esos crímenes había que hacer responsables de ellos a los gobernantes. Digo que lo mismo debe hacerse con Bush, Condoleezza Rice, Donald Rumsfeld, Paul Bremen, y otros. Pienso también que deben ser juzgados en Nuremberg”. Han pasado los años y se han denunciado los abusos y torturas allí cometidos contra prisioneros de Afganistán y de otras nacionalidades, a los cuales se les niega arbitrariamente el estatuto de prisioneros de guerra e, incluso, de seres humanos. Todo porque así lo determinó la camarilla fascista y totalitaria que rige actualmente a Estados Unidos, quien se niega a acatar cualquier disposición legal en el ámbito internacional que sea contraria a sus objetivos y convicciones intolerantes.Tal situación, no obstante, ha sido sistemáticamente ignorada por una infinidad de gobiernos y organizaciones políticas, sociales, académicas, religiosas y de defensa de los Derechos Humanos que se han visto parcializadas, con su silencio, con la política supuestamente antiterrorista estadounidense y se niegan a enfrentarla, asumiendo una posición de sumisión colonial e, incluso, de complacencia por el hecho de que Estados Unidos trate de implantar un sistema unipolar de dominación mundial, ejerciendo el rol de gendarme imperialista en todos los continentes. En este sentido, se entiende la posición de los gobiernos de Europa, con Inglaterra a la cabeza, que respaldan activamente la política de guerra preventiva aplicada por la administración Bush, tanto en Irak como en Afganistán, además de las que procura emprender en Irán, Siria, Corea del Norte, Cuba y Venezuela, alegando proteger la democracia y combatir el terrorismo internacional. Todos unidos en un mismo afán: adueñarse de los mercados y de los recursos naturales de todos los países del planeta, reeditando el colonialismo, sin pretender entender siquiera, volviendo a lo escrito por Galeano, que “la guerra es la mayor amenaza de este planeta del sistema solar. Y la especie humana es una especie en peligro de extinción”.Por eso, situaciones como las suscitadas en Guantánamo, Abu Grhaib y las cárceles clandestinas montadas por la CIA en algunas naciones europeas para eludir la jurisdicción de las mismas leyes de Estados Unidos y las reconocidas a nivel internacional, debe motivar a una acción de conciencia de todos los pueblos de La Tierra en contra de la práctica guerrerista y, hasta, racista del gobierno de George Walker Bush. Pero implica desafiar el poder aparentemente omnímodo yanqui, sobre todo, en los diversos organismos multilaterales, como la ONU, controlados o influidos por Estados Unidos y sus socios comerciales. Esto significa, entonces, asumir una posición y una conciencia abiertamente antiimperialista, capaz de desarmar la campaña mediática orquestada por el gobierno de Bush para convencer al mundo de sus “buenas intenciones”, utilizando la mentira sistemática, como ocurriera con las armas de destrucción masiva atribuidas al régimen de Saddam Hussein, además de descalificar unilateralmente a los gobiernos que evalúe como sus enemigos, sean éstos potenciales o declarados, como en el caso Venezuela. De ahí que el silencio que envuelve a Guantánamo debe ser roto con estridencia e indignación por todos aquellos que se consideren a sí mismos como demócratas y personas civilizadas. La humanidad es una sola y ésta debe ser la principal bandera que se debe enarbolar, en todo tiempo y espacio, en la lucha contra la barbarie gringa que busca protagonizar apocalípticamente el nuevo Fuhrer, George W. Bush.-  

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