Se muestran los artículos pertenecientes a Diciembre de 2013.
EL LEGADO DE CHÁVEZ: ¿REVOLUCIÓN O GOBERNABILIDAD REFORMISTA?

A PROPÓSITO DEL TRIUNFO CHAVISTA EL 8-D

Es innegable que, con los resultados de las recientes elecciones municipales en Venezuela donde las opciones del chavismo obtuvieron el triunfo mayoritario, se abren algunas interrogantes respecto a si dicho triunfo responde a un avance firme del proceso revolucionario bolivariano socialista o si, por el contrario, es simplemente algo que encaja en lo que siempre han sido las elecciones en cualquier lugar del mundo según las reglas burguesas tradicionales, sin mayores consecuencias respecto a los cambios que han de producirse todavía a la luz del Plan de la Patria que se heredara de las manos del Comandante Hugo Chávez. Hasta ahora, algunos dirigentes chavistas y analistas políticos sólo se han limitado a resaltar el porcentaje de votos de diferencia en relación a elecciones pasadas, pero sin explicar -con un mínimo de objetividad- qué pasó en aquellos municipios donde venció la oposición, incluso en aquellos donde la gestión de alcaldes de la derecha no es nada satisfactoria, según la percepción generalizada de sus habitantes.
Quizás valga la pena rememorar a propósito lo afirmado por Chávez en el Encuentro de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad en 2004 en Caracas: “No hace falta ser militar para saber que la mejor defensa es el ataque. Por eso, la humanidad debe pasar a la ofensiva. Pero toda ofensiva requiere un plan, una estrategia, unos actores coordinados, estructurados conscientes. Y también se requiere saber hacia dónde va la ofensiva, quién es el oponente principal o los oponentes principales”. Tal ofensiva, tal plan y tales actores no pueden (ni deben) responder a coyunturas que se presenten eventualmente, sin disponer de una comprensión cabal de las mismas, evitándose con ello la improvisación. Esto no ocurriría si se contara con una conciencia revolucionaria sistemática y sensatamente formada, la cual advertiría perfectamente quiénes son los oponentes a vencer, de modo que se garantice la continuidad y la consolidación del proceso revolucionario bolivariano socialista; erigiéndose, en consecuencia, todas las condiciones subjetivas y objetivas requeridas para que surja con toda su potencialidad creadora y re-creadora el poder popular, además del Estado comunal o consejista que se derivaría de su accionar revolucionario.
Si los resultados electorales del 8 de diciembre apuntan a esto último, entonces quienes ahora ejercen cargos de dirección política y de elección popular tendrán que coadyuvar al surgimiento de unas nuevas relaciones de poder, con evidente hegemonía popular, sin que exista una posibilidad minúscula de reproducción de los viejos vicios clientelares que aún persisten en muchas instituciones públicas. Su compromiso como revolucionarios (y chavistas, en el caso de considerarse como tales) sería -más que todo- favorecer los cambios estructurales de las instituciones que dirigen y no permitirse que sus intereses estén centrados en sí mismos, coartando toda expresión de participación y protagonismo del movimiento popular revolucionario, sobre todo, cuando éste debe orientarse a la construcción revolucionaria de las comunas socialistas. Esto no puede sujetarse, por supuesto, a una cotidianidad meramente pragmática, reduciéndose todo al cumplimiento de una gestión eficaz, pero que no armoniza con el propósito primordial de hacer una verdadera revolución socialista, de manera que ella sea entonces la nueva realidad que construya el pueblo organizado, dotado de las herramientas teóricas y legales que la harán permanente.-
LA DEMOCRACIA CONSEJISTA Y EL PORVENIR DE LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA

Un amplio conjunto de circunstancias históricas, económicas, políticas, sociales y culturales han permitido que en Venezuela -en uno u otro aspecto- se esté definiendo y construyendo lo que podría llamarse una democracia consejista, producto ella de ese ejercicio pleno de la soberanía popular que se desprende de lo establecido en la Constitución Bolivariana y que se traduciría en acciones puntuales de transformación estructural del viejo Estado burgués-liberal que aún persiste, a pesar del andamiaje legal que le da protagonismo y participación a las diferentes organizaciones del poder popular. Debido a ello (más la infeliz situación creada por algunos jerarcas políticos y gobernantes en cuanto a los viejos vicios de la política tradicional que los convierte en arribistas de nuevo cuño, obsesionados por un enriquecimiento súbito, amparado en la legalidad), se impone la necesidad insoslayable de profundizar en el avance y en la organización revolucionarios de los sectores populares, de modo que exista la posibilidad inmutable de hacer irreversible el proceso revolucionario bolivariano socialista, no obstante las evidentes contradicciones e inconsistencias ideológicas que acusa en su interior.
Bajo tal perspectiva, la democracia consejista representaría ese salto cualitativo que requiere con sentido de urgencia el proceso revolucionario bolivariano socialista, convirtiéndose sin demagogia alguna en una democracia directa que haga realidad la emancipación integral del pueblo venezolano y asiente, de una vez por todas, las bases de un nuevo modelo civilizatorio totalmente opuesto al impuesto por el sistema capitalista. De ahí que, junto con la transformación estructural del Estado vigente y el surgimiento de un nuevo modelo económico que rompa con los paradigmas capitalistas, la participación protagónica del pueblo organizado es elemento fundamental para asegurar entonces el porvenir de la revolución venezolana, venciendo todas las resistencias y todas las contradicciones que han impedido -por ahora- su definitiva realización.
Esta democracia consejista, por supuesto, exige de los sectores revolucionarios populares que asuman con conciencia socialista la comprensión objetiva del importante momento histórico que les corresponde vivir, dotados ellos de una formación teórica revolucionaria sostenida, de manera que contribuyan a la transición al socialismo bolivariano, más allá de los discursos oficiales o de moda, permitiéndose a sí mismos el control definitivo del poder, ejerciendo el autogobierno, en vez de ser actores pasivos y dependientes de aquellos que ocupan cargos de gobierno y de dirección político-partidista. Ello haría posible, además, una efectividad real en la solución de los problemas coyunturales y estructurales que presenta la sociedad venezolana desde antes que Hugo Chávez irrumpiera en la escena política del país en 1992, los cuales resultarán difíciles de reducir y/o eliminar sin esa participación cierta de dichos sectores.
Al respecto, hay que admitir que el control total del poder constituido no es una condición sine qua non para que se lleve a cabo la revolución socialista, aunque la facilite en muchos casos, si dicho control se basa en una simple reproducción y acentuación de las relaciones y de las estructuras de poder que usurparan por tanto tiempo las minorías dominantes ahora desplazadas. El hecho mismo que personas sin la debida capacidad, integridad y formación revolucionaria hayan copado este poder constituido, hace más urgente este cometido de vital importancia para la evolución y porvenir del proceso revolucionario bolivariano socialista en Venezuela.-